viernes, 30 de septiembre de 2016

Misterios Ocultos del Viejo Cauce del Turia, en Valencia

Gracias a un artículo que en la red encontré de Francisco Pérez Puche narra perfectamente, los inicios maquiavélicos que se barruntaban en la capital Valenciana en torno a los trapicheos, pelotazos, favores, privilegios y amistades que ya se olían entre los equipos de la élite futbolera nacional española y que Puche nos recordaba cómo el Fútbol y sus arterias, empezaban a adueñarse de todo lo que no era deporte, metiendo a la francmasonería entre sus ideales y creencias insanas, el capitalismo soez, el mercadeo bárbaro y aconsejando a los propios responsables políticos, militares, capellanes y periodismo del momento, ya que al parecer todo estaba supeditado en estos años 20 al Mundo del Fútbol, que ganaba adeptos a millares cada año y llenaba estadios con grandísimo fervor y algarabía colérica.

.

Y es que el capitalismo de entonces ya discurría, machacando directamente al pobre Valenciano que no tenía un quincet para permitirse ver el fútbol de gorra, y con solo ver como se las ingeniaron para que en los alrededores del STADIUM donde jugó el Gimnástico sus primeros partidos e incomodar mucho más a la gente de fuera del estadio, que quisiera alzarse con alguna escalera o altabones, poniendo para su invisibilidad unos enormes carteles o Cartelas de Publicidad con anclajes agarrados a los petriles del viejo cauce del Turia como los de la segunda foto que os mostramos a continuación;



La Flecha señala donde estaban anclados los petriles al muro

Y al parecer por mucho que los estiletes de la maldad y de la idiosincrasia de una siempre diezmada red elitista Valenciana, siempre manchada de sectas satánicas y de actos impuros, unas generaciones tras otras, cometiendo barbaries y asimilando que lo que se hace era lo correcto, pero qué hay que decirles a los amos del dinero, de las desdichas, de las torpezas y de los desaguisados monumentales, pues eso que algún día todo cambiará y que tanto cerril hijo de prepotentes pajarracos, todos penarán lo trincao, lo hurdido, lo hurtao y también lo que no se sujeta ni con alfileres. Hijos de masones que con sangre se vistieron y comieron, sus hijos se comerán los postres a base de leñazos muy bien puestos. El fútbol es una imposición francmasónica de la cabeza bífida Inglesa-Alemana-Francesa y tragada con un sí buana rotundo, por el resto de países que se iniciaban con esto del Fútbol y también en la francmasonería y en el satanismo por el poder y el fútbol iba a ser su mejor estilete.


No hay secreto que dure mil años y el de los extraños anclajes metálicos de los pretiles del viejo cauce del Turia no podía ser una excepción. Al final, después de dudas y cavilaciones, los colegas de Remember Valencia –quién si no—han encontrado una respuesta. Y es que este pozo de conocimientos sobre nuestra ciudad ha reflexionado, primero, y ha buceado después en sus generosos archivos, hasta dar con la foto y la explicación adecuadas.

Que es tan sencilla y evidente que me he demorado casi un par de semanas en darla a conocer, para paladearla a solas. La explicación, sí, está en el fútbol. Porque entre los puentes de la Trinidad y del Real hacia 1924, se ubicó un campo de fútbol, el Stadium, donde jugó el Gimnástico y, desde luego, todos los demás equipos que competían con él en la liga regional. Así las cosas, los anclajes no son más que soportes de grandes cartelas que sobresalían de los pretiles e impedían que la gente viera los partidos sin pasar por taquilla. Elemental y burdo, desde luego. Y dañino para el patrimonio monumental. Pero así son las cosas y en los años veinte empezó a imperar el principio de que el fútbol, deporte rey, mandaba en las decisiones municipales, de que podía hacer lo que quisiera en las grandes ciudades.

Ya puestos, las grandes cartelas, por el lado de la ciudad, fueron lugar de lo más adecuado para toda clase de anuncios. De modo que todas las orillas del Turia, para los peatones y los pasajeros de los tranvías, se convirtieron en una sucesión publicitaria. La cosa, afortunadamente, duró poco. Una riada del Turia se encargó de dejar medio palmo de barro sobre el Stadium y de demostrar que construir un campo de fútbol en un cauce con caudal era una bobada, incluso peligrosa. Porque en los graderíos de palitroques del campo se podían albergar cuatro o cinco mil personas.

Recordar que la primera foto aérea, se debe a la gentileza de Vicente Claramunt, y está tomada sobre los Jardines del Real y nos muestra el Stadium en toda su extensión. La hilera de cartelones que cerraba la visión del público se aprecia claramente en esta foto.

Info gracias a: 

0 comentarios:

Publicar un comentario